miércoles, 4 de octubre de 2017

Era una niña muy, muy buena (I)



Hoy me vienen recuerdos de la infancia. 

Cuando recuerdo mi infancia solo me vienen imágenes tristes, angustiosas. Hoy me vienen algunos recuerdos... recuerdos de temor, de incertidumbre, de parálisis por no comprender. 

Tras la apariencia de una niña buena, dócil, se escondía un ser angustiado por no entender.. NO ENTENDÍA NADA. El temor a la incertidumbre me paralizaba. En muchas ocasiones no sabía, no intuía lo que tenia que hacer si no me lo explicitaban claramente, incluso aquellas cosas que para otros niños podían ser muy obvias. En muchas ocasiones, me han tratado de "boba".  No sabia lo que tenía que hacer en muchas ocasiones y me limitaba a cumplir órdenes. Era como un robotito que ejecutaba lo que se me ordenaba de forma rígida. Acataba órdenes esperando las instrucciones externas para poder continuar. 

Me vienen recuerdos, como:

Si un adulto me decía: "quédate sentada", me quedaba enganchada a la silla esperando la siguiente instrucción... que no llegaba, o llegaba muy tarde. Mientras esperaba la orden, yo me quedaba sentada cual palo rígido sin saber que hacer allí, esperando, esperando, esperando eternamente. Creo que fui aprendiendo a leer señales del entorno: si todas las niñas se levantaban es que había que levantarse, si las niñas se dirigían hacia el patio, es que había que ir al patio. Yo no entendía las señales rápido, no las intuía. Creo que aprendí observando intentando descubrir patrones sociales... Algunos los conseguí descubrir, otros no. Todavía sigo intentando descubrir patrones sociales...

Recuerdo que era habitual que los niños y niñas hicieran volteretas en la barra del patio del colegio. Un día intenté copiar a los otros niños y hacer una voltereta, pero la persona que cuidaba a mi hermano y a mí, me dijo que no lo hiciera y.... nunca más lo volví a intentar. No transgredí la norma. Ahora se que es normal que los niños transgredan las normas cuando no les ven las figuras de crianza. A mí nunca se me hubiese ocurrido transgredir una norma. Creo que el concepto de transgresión no estaba en mi diccionario mental. 

Recuerdo otra ocasión en la que estando en casa, la mujer que nos cuidaba, entró en mi habitación, colocó mis muñecas en una estantería y me dijo que no las tocara y... yo... nunca las toqué. Me hubiese gustado cogerlas para peinarlas, vestirlas, pero como no transgredía las normas, nunca las cogí. Las miraba a distancia imaginándome peinándolas y vistiéndolas...

Sobre mentir... alguna vez dije una mentira para evitar alguna riña, pero el sentimiento de culpa era tan, tan, tan grande que me producía fiebre.... Mentir era otra transgresión que mi mente no toleraba, no aceptaba, era dolorosa. Creo que a los demás no les "duele" mentir.

Era una niña muy, muy buena... en mi cabeza no existía el concepto de transgresión. Pero eso no debía de ser bueno cuando generaba tanta tensión que me paraliza el cuerpo. Mi cuerpo estaba paralizado porque mi cerebro estaba apagado... no se le ocurría rebelarse, actuar, tomar decisiones, simplemente... no pensaba por si mismo. Necesitaba que otros pensaran por mí. Todavía sigo necesitando un cerebro externo que piense por mí en muchas situaciones... 

¡¡¡No, de verdad... no soy "tan funcional"!!!!.


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